El cáncer de mama afecta solo entre el 4 y 6% de las mujeres menores de 40 años y sus implicaciones son más graves. Por lo que, de darse el caso, el cáncer de mama en mujeres jóvenes requiere de atención inmediata con el fin de preservar la fertilidad y de que las cuestiones psicosociales se vean lo menos afectadas posible.
En su mayoría, este tipo de cáncer se diagnostica entre los 50 y los 74 años de edad. Pero se ha demostrado que el padecimiento no es propio de mujeres mayores, por lo que la recomendación de los especialistas es realizarse estudios para detección temprana a partir de los 40 años, como lo es un examen de cáncer de mama.
👨⚕ Dato importante: en caso de haber antecedentes familiares, notar bultos, dolor, irritación o cambios en la forma, tamaño o simetría de las mamas, se debe consultar con un médico especialista de inmediato y realizarse pruebas de detección sin importar si se es o no mayor a 40 años.
El cáncer de mama es un padecimiento que impacta la vida familiar y profesional de las pacientes, sobre todo cuando son muy jóvenes, ya que, de acuerdo con National Center for Biotechnology Information, antes de los 40 años existen más probabilidades de desarrollar tumores con características clinicopatológicas negativas. Además, las mujeres jóvenes tienden a ser diagnosticadas en etapas avanzadas, lo que podría derivar en un diagnóstico menos favorable.
Por esta razón, saber cómo detectar un cáncer de mama a tiempo es crucial para la vida de la paciente. Lo más importante es tener presente que el cáncer de mama puede aparecer a cualquier edad, por lo que todas las mujeres deben ser conscientes de sus factores de riesgo personales. Algunos de estos factores son:
El riesgo de desarrollar cáncer de mama aumenta conforme la mujer envejece. En la mayoría de los casos, la enfermedad se da en mujeres de más de 50 años.
Cuando una mujer ya ha tenido cáncer de mama, tiene un riesgo más elevado de presentar un nuevo cáncer en cualquiera de las mamas.
Este tipo de cáncer se puede heredar si en la familia hay una o más mujeres diagnosticadas con cáncer de mama a los 45 años o menos, si hay cánceres de mama u ovario en múltiples generaciones en un lado de la familia o si se tiene ascendencia judía asquenazi.
Si alguna de estas situaciones corresponde, es importante hablar con un médico especialista, ya que esto podría ser un signo de que su familia es portadora de una mutación hereditaria del gen del cáncer de mama, como BRCA1 o BRCA2.
Existen genes hereditarios vinculados al aumento del riesgo de desarrollar cáncer de mama; los genes BRCA1 o BRCA2 son las mutaciones más frecuentes. Estas mutaciones se vinculan con un aumento del riesgo de desarrollar cáncer de mama y ovario, entre otros tipos de cáncer.
Haber comenzado a menstruar antes de los 11 años o haber llegado a la menopausia después de los 55 años son factores que pueden elevar el riesgo de padecer cáncer de mama. Esto debido a que las células mamarias están expuestas al estrógeno y a la progesterona durante más tiempo.
Las mujeres que tuvieron su primer embarazo después de los 35 años o las que nunca tuvieron un embarazo a término corren más riesgo de tener cáncer de mama. El embarazo puede ayudar a proteger contra el cáncer de mama gracias a que empuja a las células mamarias hacia la última fase de maduración.
En mujeres menores de 45 años, el cáncer de mama es más frecuente en pacientes de raza negra. Esto se debe a diferencias en la biología, otras afecciones de salud y factores socioeconómicos que afectan el acceso a la atención médica.
Por otro lado, las mujeres de herencia judía asquenazi o de Europa del Este también tienen un riesgo mayor de desarrollar cáncer de mama, ya que son más propensas a haber heredado una mutación del gen BRCA.
El tejido mamario denso puede hacer difícil la detección de un tumor en pruebas estándares por imágenes, como lo es una mastografía. Tener tejido mamario denso, generalmente significa que hay más glándulas mamarias, conductos de la leche y tejido de apoyo en la mama que tejido adiposo. Por otro lado, la densidad de la mama puede deberse a mayores niveles de estrógeno que, por lo general, se reducen con la edad.
La poca actividad física se relaciona con el aumento del riesgo de desarrollar cáncer de mama y con un riesgo mayor de que el padecimiento reaparezca después del tratamiento. La actividad física regular (entre 3 y 4 horas de ejercicio moderado a la semana) puede proteger contra el cáncer de mama, ya que ayuda a mantener un peso corporal saludable y a reducir los niveles hormonales.
Investigaciones actuales indican que consumir más de dos bebidas alcohólicas al día aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de mama, por lo que se recomienda limitar la ingesta de alcohol de tres o cuatro porciones por semana.
La exposición a radiación ionizante a temprana edad puede aumentar el riesgo de cáncer de mama. Por ejemplo, la radiación terapéutica en el tórax por linfoma de Hodgkin.
FUENTE: Cáncer de mama: Factores de riesgo y prevención | Cancer.Net
De acuerdo con información especializada sobre cáncer de mama en mujeres jóvenes, publicada por Cleveland Clinic, es más difícil detectar el padecimiento en mujeres menores de 40 años debido a que el tejido mamario es más denso. Sin embargo, la pronta detección es vital para lograr un tratamiento exitoso.
Es importante que las mujeres con tendencia a padecer cáncer o con antecedentes familiares tomen en cuenta estos factores y no descuiden su salud:
Una de las formas más efectivas para prevenir el cáncer de mama en mujeres menores de 40 años es identificar sus condiciones genéticas a través de una remisión o de un asesoramiento genético. Esto dará a los especialistas la oportunidad de tratarlas de manera más personalizada y así poder conocer cuáles son sus opciones de tratamiento preventivo.
Estas son algunas de las medidas que las mujeres pueden tomar para reducir su riesgo:
👨⚕ Dato importante: la detección oportuna y el tratamiento para el cáncer de mama adecuado pueden aumentar las posibilidades de supervivencia de las pacientes jóvenes, siempre y cuando la atención sea inmediata. En el caso de las mujeres con antecedentes familiares o mutaciones genéticas, es importante realizar estudios especializados a partir de los 25 años de edad o 10 años antes de la edad que tenía el primer familiar afectado por el padecimiento.
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